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Los pitos, el arma de la prensa

 Los pitos son el arma de la prensa. Provocar que la grada pite a un jugador estratégico para desestabilizar a un club y su presidente o defender de los pitos a otro que falla estrepitosamente pero les provee de suculentas confidencias, es la principal fuente de poder que tienen los medios de comunicación ante los clubes de fútbol. Si la prensa controla a quién se pita y a quién no, tendrá una influencia perniciosa en las alineaciones y por tanto en el club.

El periodismo se basa en la búsqueda de información para venderla al público. Cuánto más relevante sea la información, más audiencia y, por tanto, más ingresos por ventas, publicidad, etc. En el caso del periodismo deportivo, la información que se vende no es el deporte en sí -un partido de fútbol dura menos de dos horas y como mucho da para llenar media docena de páginas con mucha foto- sino todo lo que hay alrededor de los equipos, de sus estrellas, los fichajes y, sobre todo, los conflictos.

¿Cómo obtienen los medios deportivos su materia prima? Hay dos posibilidades:
  • La inventan. Basta ver la lista de fichajes anunciados cada año por los principales diarios deportivos y compararla con los que se hacen realmente, para darse cuenta.
  • La obtienen directamente de los protagonistas, bien por declaraciones públicas (eso es menos interesante porque se ofrecen a todo el mundo), bien por declaraciones exclusivas al medio.
¿Y cómo consiguen estas exclusivas? Ofreciendo al que se la da lo que se conoce como "buena prensa", es decir, que se hablará bien de él pase lo que pase, por más que falle como Casillas en la Final de Lisboa, en el Mundial, al principio de la temporada o en el último derby contra el Atleti.

La prensa incita a que piten a Gareth Bale, un fichaje estrella de Florentino
Y al mismo tiempo que ofrecen "buena prensa" amenazan con lo contrario, con hablar mal del protagonista por mucho que no pare de conseguir éxitos. Y aquí entran los pitos.

¿Cómo puede presionar la prensa contra un jugador que -como por ejemplo Bale- ni lee sus periódicos, oye sus radios o ve sus programas de televisión? Simplemente consiguiendo que los aficionados le piten, que el tipo no pueda desarrollar su juego por miedo a que si algo no le sale, va a escuchar la bronca de la grada. Imagínese usted que está en su trabajo con alguien observándole que está esperando lo más mínimo que no le guste para reprobarle. Multiplíquelo por varios miles y se podrá hacer la idea de lo que puede sentir un jugador pitado por su público.

Y eso es lo que está ocurriendo en el Real Madrid. La prensa considera enemigo a Florentino Pérez porque les ha cortado los privilegios que tenían anteriormente, que vienen de épocas en las que campaban a sus anchas por los pasillos, zonas de entrenamiento, viajaban con los jugadores, se alojaban en su hotel y se iban de copas con directivos, técnicos y jugadores, sin meter la mano en el bolsillo. ¿Cómo atacan a Florentino? Como de momento no pueden conseguir que la grada se vuelva contra el palco (ese es el sueño húmedo de los Roncero, Relaño, Lama, Caridad, Segurola, etc, etc...) provocan pitos contra sus jugadores, siempre que no sean alguno de sus confidentes.

Ahora los Caridad y compañía reclaman pitos contra los jugadores por una derrota en el derby, pero durante la racha de 22 victorias consecutivas que duró hasta hace poco más de un mes, también ponían a la afición en contra de Bale, un jugador que recoge el odio de la prensa por el Real Madrid por tres motivos:
  1. Es un fichaje estratégico de Florentino.
  2. Machacó a sus Barsa y Atleti en las finales de Valencia y Lisboa
  3. Es un jugador vertical, todo lo contrario del tiqui-taca que predican (o predicaban hasta que el Barsa empezó a jugar a la contra).

Así que piten, señores del "madridismo exigente", están en todo su derecho. Pero sepan que aunque ustedes jamás admitirán estar influenciados por antimadridistas como Lama ("Canten conmigo: Bale es un chupón"), al menos reconozcan que quienes apelan a su justa indignación son lo más rastrero del periodismo antimadridista que infecta la prensa deportiva de nuestro país.



























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