El primer periodista mascota que yo recuerdo es Antonio Lobato, el locutor de Fórmula 1 que limpia, fija y da esplendor a la figura de Fernando Alonso. Da igual la cadena que retransmita las competición cada temporada, o la escudería en la que milite el Nano; carrera tras carrera Lobato estará allí cantando las alabanzas del piloto, celebrando su "magia" y buscando afanosamente a quién culpar de que no gane un Mundial desde 2006, para que su aura de fenómeno del volante quede intacta. A mí Lobato me caía fatal, de hecho lo veía nocivo incluso para la imagen de Fernando Alonso, porque los halagos tan exageradamente desproporcionados acaban restando credibilidad tanto al exaltador como al exaltado pero, viendo lo que ha venido después en este mundo de los periodistas mascotas, uno llega a desear que todos fueran como Lobato que, si bien tira chinitas al "bote con ruedas" que impide que Alonso gane o al compañero de equipo que no resta puntos a los rivales, centr...