El que podía haber sido mayor ídolo de la historia del Real Madrid ha acabado su carrera sólo en una sala de prensa, leyendo entre sollozos un comunicado de aliño, para salir del paso. Tras veinticinco años en la casa, dieciséis en el primer equipo, cinco como capitán, abandona el club, no por la puerta de atrás, sino por la gatera. De nada le han servido las hazañas legendarias ni los títulos alcanzados: Ha salido sin un aplauso de la afición, se ha tenido que conformar con las tímidas palmas de unos cuantos periodistas becarios, porque las firmas principales están de vacaciones.
El pacto de Casillas con la prensa ha acabado mal |
Y la prensa está que trina. ¿Porque el portero sale como un apestado? ¿Porque el club no le hace un homenaje? ¿Porque nadie le ha acompañado en la rueda de prensa? No. La histeria colectiva de los aduladores habituales de Casillas se debe a que su salida es el mayor fracaso en la historia de la prensa deportiva de nuestro país. Nunca un personaje contó con un respaldo mediático tan unánime, tan exagerado, tan escandalosamente parcial como el que ha "disfrutado" Casillas. Nunca los señalados como sus enemigos -Mourinho, Karanka, Diego López, Villiam Vecchi, Florentino Pérez, etc- han sufrido campañas tan nauseabundas, cuando no directamente mafiosas, en contra. Pero no ha servido de nada, toneladas de papel, terabytes de datos, decenas de miles de horas de programas dedicadas a la defensa de Casillas, no han podido evitar que el portero y capitán del Real Madrid haya tenido posiblemente la salida más turbulenta de la historia del club.
El problema al que se enfrentan los Segurola, Caridad, Relaño, Lama, Colino, Burgos, Roncero, etc, etc, etc. es ¿cómo quedan ante el resto de jugadores susceptibles de ser captados para su causa? ¿cómo le van a pedir ahora a un jugador que les filtre noticias a cambio de protección? Y lo más importante ¿qué jugadores van a querer dejarse ver en restaurantes donde tienen que pagar cubiertos de cientos de pavos a cambio del buen trato de los medios?
Casillas pactó con el demonio, con lo más pútrido de la prensa basura, cuando vio que sus condiciones físicas y técnicas ya no le llegaban para garantizarse la titularidad. El portero vendió su alma madridista a cambio de una eterna juventud deportiva en la que se le seguiría tratando como "El Santo" por mucho que cada vez cometiera más fallos y que estos costaran partidos e incluso títulos al Real Madrid.
Pero sobrestimó el poder de un periodismo que no ha resultado ser ni un Lucifer, ni un Belcebú, sino un diablillo cojuelo de tres al cuarto que le ha chupado el alma, que la ha dilapidado, pero que en lugar de compensarle con lo prometido ha contribuido a su decadencia, le han puesto en evidencia ante la afición y ha acabando provocando que el final de una historia de un cuarto de siglo en el Real Madrid, de toda una vida, no provoque más que tristeza, cuando no vergüenza ajena.
Que aprendan los que vienen, los próximos a los que tentará la basura ofreciendo protección mediática a cambio de filtrar las interioridades del Real Madrid. Si con la salida de Casillas se consigue que otros jugadores escarmienten en cabeza ajena, al final el portero habrá hecho el servicio al club que no hizo como capitán.
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